Análisis.-
Ganó el Rally de Portugal, y se perfila como la nueva gran figura de la especialidad, desplazando incuso a pilotos que tienen experiencia y conocimientos en el Mundial.
En el diario As de España no ahorran elogios para el francés y observan el nacimiento del nuevo talento del rally. Y comentan: 'La nueva
estrella francesa del rally nació en Gap, localidad de los Alpes, sede de una etapa del 'Monte'.
De no haber sido piloto de rally, Sebastien Ogier habría sido esquiador.
Y es que nació en plenos Alpes, en Gap (Francia), hace 26 años. Y aunque el deporte blanco también le apasiona, desde muy pequeño se le encendió la afición a los tramos cronometrados. Algo lógico, ya que su localidad natal era sede tradicional de una etapa del Rally de Montecarlo y muchos de sus tramos más míticos están ubicados en sus aledaños.
A los 21 años se presentó en la selección de jóvenes pilotos de la federación francesa, desde donde unos años antes había ya despegado otro Sebastien: Loeb. Previamente hizo un curso de preparación y, en su primer intento, acabó empotrado contra un poste.
En el segundo, un año después, consiguió la plaza que le permitió correr el Volante Peugeot, en el que fue sexto en 2006 y ya ganó en 2007. Esa victoria le dio el pasaporte al Mundial, en el que se hizo con el título júnior en 2008, ya con Citroën. Tanto gustó a los responsables de la marca, que montaron un equipo B para el año siguiente, en gran parte para que el joven Seb pudiera seguir su carrera. Debutó con un 'World Rally' Car en Gran Bretaña de ese año y asombró a todos colocándose como primer líder, eso sí, favorecido por su retrasada posición de salida. En 2009 compitió con el C4, consiguiendo un segundo puesto en Grecia. Este año ha explotado, ya que marcha segundo tras sumar un tercero, un segundo, y ganar en Portugal. Ahora está viviendo el sueño de su vida, que no era otro que ser oficial de rallys. Tanto es así que le gustaría tener un WRC para moverse a diario, aunque no haría feos a un Porsche Carrera RS, y su otro sueño es pilotar un Fórmula 1. Tal es su obsesión por los rallys, que, de no vivir en los Alpes, su otra residencia la tendría en Córcega, isla famosa por sus tramos. Sus pilotos favoritos son Loeb y Ayrton Senna, "del que siempre recordaré sus malabarismos en lluvia".
